
Lebron James volvió a Cleveland entre abucheos y pitos de una afición que se siente traicionada por su antiguo "rey" y más, tras los 38 puntos que encajó a su ex-equipo para hacer que la victoria volara desde Ohio hasta Florida (90-118). Con 15/25 en tiros de campo, 8 asistencias y 5 rebotes, Lebron completó uno de los mejores partidos desde que está en Miami en un estadio cuyos aros tantas veces ha machacado. Para colmo de males para los Cavs, Wade recuperó sensaciones y se fue hasta los 22 puntos con un gran porcentaje en tiros: 10/16. El suplente James Jones acompañó a Lebron y Wade en lo que anotación se refiere con 18 puntos (5/7 en triples). Los 21 puntos de Gibson desde el banquillo de Cleveland no sirvieron siquiera evitar que el partido estuviera sentenciado antes del último cuarto.
Pocas veces en la NBA se ven pitadas con tantos decibelios como la que se vivió en la vuelta de Lebron James al Quicken Loans Arena de Cleveland. Desde el calentamiento hasta el último minuto, la afición le recordó a James que es persona non grata por Ohio. No así Ilgauskas, que también volvía a su ex-equipo, que fue recibido con aplausos. Como siempre en estas ocasiones, las gradas se llenaron de originales pancartas, camisetas y demás objetos con sátiras burlonas acerca de Lebron. Incluso las alfombrillas de los urinarios del estadio tenían forma de Lebron.
En cualquier caso, la música de viento no intimidó ni mucho menos a un James que completó media hora de juego a un ritmo increíble. Entre él y Wade se encargaron de abrir las primeras diferencias en el marcador, que irían a más con la aparición de secundarios como Jones o Howard hasta llegar a los 8 puntos al fin del primer cuarto (23-31).
El segundo cuarto siguió el mismo camino del primero. Miami encontraba muchas facilidades en ataque mientras que a Cleveland le costaba sudor y sangre anotar (29% de acierto en tiros hasta el descanso). Entre la mala elección de tiros y el bajo número de rebotes de Cleveland, la diferencia se fue hasta los 19 puntos al descanso (40-59).

Pese a que el partido estaba casi sentenciado, había un jugador aún insatisfecho; era Lebron James. Al descanso llegó con 14 puntos y 6 asistencias. En un tercer cuarto memorable anotó 24 puntos y repartió dos asistencias más para acabar con el 38+8 con el que acabó el partido. El partido quedó resuelto y él se quedo satisfecho de saber que puede ser profeta en su tierra cuando quiera. Spoelstra le ahorró más problemas y no le sacó durante el último cuarto, que fue más relajado que los otros tres anteriores.
La victoria echa más tierra aún sobre la caja de las tormentas de Miami que se abrió hace poco con la lucha entre jugadores y técnico y permite a los aficionados del estado de Florida comenzar a soñar, de nuevo, con su equipo. El próximo partido, en casa ante Atlanta, puede ser otro paso adelante en la configuración de este cúmulo de individualidades en un equipo de verdad. Veremos qué pasa.